(Ensayo) Television y cultura de masas, iii Ξ B O O K S III, Adorno Theodor

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Televisión y cultura de masas
Theodor Adorno
Introduccin
El efecto de la televisin no puede enunciarse debidamente en trminos de
xito o fracaso, gusto o rechazo, aprobacin o desaprobacin. Ms bien se
debera hacer una tentativa, con ayuda de categoras de la psicologa
profunda y de un conocimiento previo de los medios para las masas, por
concretar cierto nmero de conceptos tericos mediante los cuales podra
estudiarse el efecto potencial de la televisin, su influencia en diversas capas
de la personalidad del espectador. Parece oportuno indagar sistemticamente
los estmulos socio-psicolgicos que son tpicos del material televisado tanto
en un nivel descriptivo como en un nivel psicodinmico, analizar sus
supuestos previos as como su pauta total y evaluar el efecto que es posible
que produzcan. Cabe esperar que, en ltima instancia, este procedimiento
traiga a luz una serie de recomendaciones sobre el modo de tratar estos
estmulos a fin de producir el efecto ms conveniente de la televisin. Al
revelar las implicaciones socio-psicolgicas y los mecanismos de la televisin,
que a menudo actan con el disfraz de un falso realismo, no slo podrn
mejorarse los programas sino que tambin -y esto es tal vez ms
importante- podr sensibilizarse al pblico en cuanto el efecto inicuo de
algunos de estos mecanismos.
No nos compete la efectividad de uno u otro programa especfico, nuestro
tema es la naturaleza de la televisin actual y su repertorio de imgenes. No
obstante lo cual nuestro enfoque es prctico. Es necesario que las
conclusiones estn tan prximas al material y que reposen sobre una base
tan slida de experiencia que se las pueda traducir en recomendaciones
precisas y hacerlas convincentemente claras para grandes pblicos.
El mejoramiento de la televisin no es concebido primordialmente en un nivel
artstico, puramente esttico, extrao a las costumbres vigentes. Esto no
significa que de entrada aceptemos ingenuamente la dicotoma entre arte
autnomo y medios para las masas. Como todos sabemos, la relacin entre
ellos es sumamente compleja. La rgida divisin actual entre lo que suele
1
llamarse arte "melenudo" y arte "de pelo corto" es producto de una
prolongada evolucin histrica. Sera romntico suponer que antes el arte fue
puro del todo, que el artista creador slo pensaba en trminos de la
coherencia interna de su obra, sin considerar su efecto sobre los
espectadores. En especial, el arte del teatro no puede separarse de la
reaccin del auditorio. A la inversa, vestigios de la pretensin esttica de ser
algo autnomo, un mundo por s solo, perduran incluso dentro de los
productos ms triviales de la cultura de masas. En realidad, la actual divisin
rgida del arte en aspectos autnomos y comerciales es en buena medida,
por su parte, una funcin de la comercializacin. Se hace difcil pensar que el
lema de l'art pour l'art fuera por azar acuado en el Pars de la primera mitad
del siglo XIX, o sea, cuando la literatura se convirti por primera vez
realmente en un negocio en gran escala. Muchos de los productos culturales
que llevan la marca anticomercial de "arte por el arte" presentan huellas de
comercialismo por la atencin que prestan al elemento sensacional o por la
ostentacin ele riqueza material y estmulos sensoriales a expensas de la
significacin de la obra. Esta tendencia era pronunciada en el teatro
neorromntico de las primeras dcadas de nuestro siglo.
La cultura popular ms antigua y la reciente
A fin de hacer justicia a todas las complejidades de esta ndole es necesario
un examen mucho ms atento de los antecedentes y el desarrollo de los
modernos medios para las masas que el que conoce la investigacin sobre
comunicaciones, la cual por lo general se limita a las condiciones actuales.
Sera necesario establecer qu tiene en comn la produccin de la industria
cultural contempornea con las formas de arte popular o "inferior" de otros
tiempos, as como lo que tiene en comn con el arte autnomo y en qu
consisten las diferencias. Baste sealar aqu que los arquetipos de la actual
cultura popular quedaron establecidos relativamente temprano en el
desarrollo de la sociedad de clase media: hacia fines del siglo XVII y
comienzos del siglo XVIII en Inglaterra. Conforme a los estudios del
socilogo ingls Ian Watt
1
, las novelas inglesas de ese perodo, en especial,
las obras de Defoe y Richardson, sealaron el comienzo de una actitud ante
la produccin literaria que conscientemente cre, sirvi y por ltimo control
un "mercado". Hoy, la produccin comercial de artculos de consumo
culturales se ha vuelto aerodinmica y coincidentemente ha aumentado la
influencia de la cultura popular sobre el individuo. Este proceso no ha
quedado limitado a la cantidad sino que ha dado lugar a nuevas cualidades.
En tanto que la cultura popular reciente ha absorbido todos los elementos y
en particular todas las "prohibiciones" de su predecesora, difiere de sta
decisivamente en la medida en que se ha desarrollado en un sistema. As, la
Adorno se refiere a las investigaciones del profesor Watt que ste rene en su obra
titulada The Rice of the Novel (Studies in Defoe, Richardson and Fielding), Chatts &
Windus, Londres, 1957 (N. de E.)
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1
cultura popular ya no esta limitada a ciertas formas como la novela o la
msica bailable, puesto que se ha apoderado de todos los medios de
expresin artstica. La estructura y el significado de estas formas presenta un
asombroso paralelismo, incluso cuando parecen tener poco en comn en la
superficie (por ejemplo, en el caso del "jazz" y las novelas policiales). Su
produccin ha aumentado de modo tal que se ha hecho casi imposible
eludirlas; e incluso aquellos que antes se mantenan ajenos a la cultura
popular -la poblacin rural, por una parte, y los sectores muy cultivados, por
la otra- ya estn de algn modo afectados. Cuanto ms se expande el
sistema de "comercializacin" de la cultura, ms se tiende asimismo a
asimilar el arte "serio" del pasado mediante la adaptacin de este arte a los
propios requisitos del sistema. El control es tan amplio que cualquier
violacin de sus reglas es estigmatizada a priori como "pedantera" y tiene
pocas posibilidades de llegar al grueso de la poblacin. El esfuerzo
concertado del sistema tiene como consecuencia lo que se podra denominar
la ideologa predominante de nuestra poca.
Hay, por cierto, muchos cambios tpicos dentro de la pauta de hoy; por
ejemplo, antes se presentaba a los hombres como erticamente agresivos y
a las mujeres, ala defensiva, en tanto que esta imagen ha sido en buena
medida invertida en la actual cultura de masas, segn lo han destacado en
especial Wolfenstein y Leites
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. Sin embargo, ms importancia tiene el hecho
de que la pauta misma, vagamente perceptible en las antiguas novelas y
fundamentalmente conservada hoy, se encuentra, a esta altura, congelada y
uniformada. Por sobre todo, esta rgida institucionalizacin transforma la
moderna cultura de masas en un medio formidable de control psicolgico. El
carcter reiterativo, de ser siempre lo mismo, y la ubicuidad de la moderna
cultura de masas tiende a favorecer las reacciones automatizadas y a
debilitar las fuerzas de resistencia individual.
Cuando el periodista Defoe y el impresor Richardson calculaban el efecto de
sus mercancas sobre el pblico, tenan que conjeturar, que atenerse a sus
"plpitos" y en razn de esto subsista cierta latitud para desarrollar
desviaciones. En la actualidad, estas desviaciones han quedado reducidas a
una suerte de eleccin mltiple entre muy pocas alternativas. Lo siguiente
puede servir de ejemplo. Se supona que las novelas populares o
semipopulares de la primera mitad del siglo XIX, publicadas en grandes
tirajes y para satisfacer el consumo de masas, provocaban tensin en el
lector. Si bien en general se adoptaban las providencias necesarias para que
el bien triunfara sobre el mal, las tramas labernticas e interminables casi no
les permitan a los lectores de Sue y Dumas tener conciencia constantemente
de la moraleja. Los lectores podan esperar que ocurriera cualquier cosa. Esto
ya no es vlido. Todo espectador de una historia de detectives televisada
sabe con absoluta certeza cmo va a terminar. La tensin slo se mantiene
superficialmente y es poco probable que tenga todava un efecto importante.
En su obra Movies: A Psy[c]hological Study, The Free Press, Glencoe 1950 (N. del
E.)
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Este anhelo de "sentirse sobre terreno seguro" -que refleja una necesidad
infantil de proteccin ms que el deseo de estremecerse- es satisfecho
comercialmente. El elemento excitante slo es conservado de los dientes
para afuera. Estos cambios coinciden con el cambio potencial de una
sociedad libremente competitiva a una sociedad virtualmente "cerrada" en la
que uno quiere ser admitido o de la que uno teme ser rechazado. De algn
modo, todo se presenta "predestinado".
La fuerza creciente de la moderna cultura de masas es realzada ms aun por
las modificaciones de la estructura sociolgica del auditorio.. La antigua elite
culta ya no existe; slo en parte la "intelligentzia" contempornea
corresponde a ella. Al mismo tiempo, enormes estratos de la poblacin que
antes no tenan contacto con el arte se han convertido en "consumidores"
culturales. Los pblicos actuales, si bien probablemente son menos capaces
de la sublimacin artstica generada por la tradicin, se han vuelto ms listos
en cuanto a sus exigencias de perfeccin tcnica y de exactitud en la
informacin, as como en su deseo de "servicios"; y han adquirido una mayor
conviccin en cuanto al poder potencial de los consumidores sobre los
productores, sin que importe que este poder sea esgrimido realmente.
Tambin puede ejemplificarse cmo los cambios experimentados en el seno
del pblico han influido sobre el significado de la cultura popular. El elemento
de la internalizacin desempeaba un papel decisivo en las primitivas novelas
populares puritanas del tipo de las de Richardson. Este elemento ya no
predomina, pues se basaba en el papel fundamental de la "interioridad" tanto
en el protestatismo inicial como en la ms primitiva sociedad de clase media.
A medida que la profunda influencia de los postulados bsicos del
puritanismo ha disminuido paulatinamente, la pauta se ha vuelto cada vez
ms opuesta al "introvertido". Tal como lo dice Riesman: "... La conformidad
de anteriores generaciones de norteamericanos del tipo que denomino "intra-
dirigidos" estaba asegurada principalmente por su internalizacin de la
autoridad adulta. El actual norteamericano urbano de clase media, el "alter-
dirigido", es, a diferencia del anterior, ms el producto de sus pares en un
sentido caracterolgico; esto es, en trminos sociolgicos, de sus "grupos
pares", los otros chicos en la escuela o en la manzana
3
.
Esto se refleja en la cultura popular. El acento en la interioridad, en los
conflictos interiores y la ambivalencia psicolgica (que desempea un papel
tan importante en las primeras novelas populares y de las que depende su
originalidad) ha cedido su puesto a una caracterizacin no problemtica,
estereotipada. Pero el cdigo de decoro que rige los conflictos interiores de
las Pamelas, Clarisas y Lovelaces perdura casi literalmente intacto
4
. La
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4
David Riesman, The Lonely Crowd, New Haven, 1950, p. 5 (Hay traduccin
castellana: Edit. Paids, Bs.As. 1964).
4
La evolucin de la ideologa del extrovertido tambin tiene, probablemente, su
larga historia, en especial en los tipos ms bajos de literatura popular durante el
siglo XIX, cuando el cdigo de decoro qued divorciado de sus races religiosas y
adquiri por consiguiente, cada vez ms, el carcter de un opaco tab. Parece
"ontologa" de la clase media se conserva en una forma casi fosilizada, pero
est cercenada de la mentalidad de las clases medias. Al ser superpuesta a
seres con cuyas condiciones de vida y con cuya estructura mental ya no est
en armona, esta ontologa de la clase media asume un carcter cada vez
ms autoritario y al mismo tiempo vacuo.
Se evita la explcita "ingenuidad" de la cultura popular ms antigua. La
cultura de masas, aunque no sea refinada, debe por lo menos estar al da -es
decir, ser "realista" o darse humos de serlo- a fin de satisfacer las
previsiones de un pblico que se supone desilusionado, astuto y curtido. Las
exigencias de la clase media ligadas con la internalizacin -como ser la
concentracin, el esfuerzo intelectual y la erudicin- tienen que ser aliviadas
constantemente. Esto no slo es vlido en el caso de Estados Unidos, donde
los recuerdos histricos son ms escasos que en Europa; se trata de un
fenmeno universal, tambin vlido para Inglaterra y la parte continental de
Europa
5
.
Sin embargo, este aparente progreso de la ilustracin tiene un contrapeso
excesivo en ciertos rasgos retrgrados. La anterior cultura popular mantena
cierto equilibrio entre su ideologa social y las condiciones sociales concretas
en que vivan sus consumidores. Probablemente, esto contribuy a mantener
ms impreciso que hoy el lmite entre el arte popular y el arte serio en el
siglo XVIII. El abate Prvost fue uno de los padres fundadores de la literatura
popular francesa; pero su Manon Lescaut est absolutamente exenta de
cliss, vulgaridades artsticas y efectos deliberados. Del mismo modo, aos
despus y siempre dentro del siglo XVIII, la Zauberfloete de Mozart
estableci un equilibrio entre el estilo "elevado" y el popular que es casi
inconcebible hoy.
La maldicin de la actual cultura de masas parece ser su adhesin a la
ideologa casi intacta de la primitiva sociedad de clase media, en tanto que
probable, empero, que a este respecto el triunfo del cine sealar el paso decisivo.
La lectura como acto de percepcin y apercepcin posiblemente lleva aparejada una
determinada clase de internalizacin; el acto de leer una novela resulta bastante
prximo a un monlogo interior. La visualizacin, en los actuales medios de masas,
favorece la externalizacin. La idea de interioridad, que se conserva an en la
anterior pintura de retratos a travs de la expresividad del rostro, cede su puesto a
seales pticas inconfundibles que pueden ser captadas de un vistazo. Incluso si un
personaje en una pelcula o un programa de televisin no es lo que parece ser, su
apariencia es tratada en forma tal que no quede duda en cuanto a su verdadera
naturaleza. As, un villano que no es presentado como una bestia debe por lo menos
ser "suave", y su melosidad repulsiva y sus pulcros modales indican en forma nada
ambigua qu debemos pensar de l.
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Cabe observar que la tendencia contra la "erudicin" ya estaba presente en el
comienzo mismo de la cultura popular, particularmente en Defoe, quien se opona
conscientemente a la literatura erudita de su tiempo y que se ha hecho famoso por
haber desdeado todos les refinamientos de estilo y de construccin artstica en
favor de una aparente fidelidad a la "vida".
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